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Nuevo Testamento

Salmos 49 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

1. Oíd esto, pueblos todos; escuchad, todos los habitantes del mundo,

2. tanto los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente.

3. Mi boca hablará sabiduría, y el pensamiento de mi corazón, entendimiento.

4. Inclinaré al proverbio mi oído; declararé con el arpa mi enigma.

5. ¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad de mis perseguidores me rodee?

6. Los que confían en sus bienes y de sus muchas riquezas se jactan,

7. ninguno de ellos podrá, en manera alguna, redimir al hermano ni pagar a Dios su rescate

8. (porque la redención de su alma es de tan alto precio y no se hará jamás)

9. ni vivir en adelante para siempre, sin ver nunca la sepultura.

10. Porque él ve que los sabios mueren del mismo modo que el necio y el insensato perecen, y dejan a otros sus riquezas.

11. Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, y sus habitaciones para generación tras generación; dan sus nombres a sus tierras.

12. Mas el hombre no permanecerá en los honores; es semejante a las bestias que perecen.

13. Éste su camino es la locura de ellos; con todo, sus descendientes se complacen en el dicho de ellos. Selah

14. Como a rebaños que son destinados para el Seol, la muerte los pastoreará, y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana. Y se consumirá su buen parecer en el Seol, lejos de su morada.

15. Pero Dios redimirá mi alma del poder del Seol, porque él me recibirá. Selah

16. No temas cuando se enriquece alguno, cuando aumenta la gloria de su casa,

17. porque cuando muera no llevará nada ni descenderá tras él su gloria.

18. Aunque, mientras viva, llame dichosa a su alma, y sea elogiado porque prospera,

19. entrará en la generación de sus padres, quienes nunca más verán la luz.

20. El hombre que goza de honores y no entiende, semejante es a las bestias que perecen.