Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Salmos 119:112-130 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

112. Mi corazón he inclinado a poner por obra tus estatutos de continuo, hasta el fin.

113. Aborrezco a los de doble ánimo, pero amo tu ley.

114. Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra he esperado.

115. Apartaos de mí, malhechores, pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.

116. Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; y no permitas que me avergüence de mi esperanza.

117. Sostenme, y seré salvo; y yo siempre tendré en cuenta tus estatutos.

118. Has hollado a todos los que se desvían de tus estatutos, porque su astucia es falsedad.

119. Como escoria hiciste desechar a todos los malvados de la tierra; por tanto, yo he amado tus testimonios.

120. Mi carne se estremece por temor de ti, y de tus juicios tengo miedo.

121. Juicio y justicia he hecho; no me abandones a mis opresores.

122. Sé fiador de tu siervo para bien; no me opriman los soberbios.

123. Mis ojos desfallecen por tu salvación y por la palabra de tu justicia.

124. Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.

125. Tu siervo soy yo; dame entendimiento para conocer tus testimonios.

126. Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han quebrantado tu ley.

127. Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que el oro refinado.

128. Por eso estimo rectos todos tus preceptos; aborrezco todo camino de falsedad.

129. Maravillosos son tus testimonios, por eso, los guarda mi alma.

130. La exposición de tus palabras da luz; hace entender a los ingenuos.

Leer capítulo completo Salmos 119