29. Si me he alegrado con la ruina del que me aborrecía y me he regocijado cuando le halló el mal
30. (aun cuando no he entregado al pecado mi boca, pidiendo maldición para su alma),
31. si los hombres de mi tienda no decían: ¿Quién hallará a alguno que no se haya saciado con su carne?
32. (el extranjero no pasaba fuera la noche, pues mis puertas abría al caminante);