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Esdras 8:19-32 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

19. y a Hasabías, y con él a Jesaías de los hijos de Merari, a sus hermanos y a sus hijos, veinte;

20. y de los sirvientes del templo, a quienes David y los príncipes habían puesto para el servicio de los levitas, doscientos veinte sirvientes del templo, todos los cuales fueron designados por sus nombres.

21. Y proclamé ayuno allí junto al río Ahava para humillarnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino recto para nosotros, y para nuestros niños y para todos nuestros bienes.

22. Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino, ya que le habíamos dicho al rey: La mano de nuestro Dios está, para bien, sobre todos los que le buscan, pero su poder y su ira están contra todos los que le abandonan.

23. Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.

24. Entonces aparté a doce de los principales de los sacerdotes, a Serebías y a Hasabías, y con ellos diez de sus hermanos;

25. y les pesé la plata, y el oro y los utensilios, la ofrenda que para la casa de nuestro Dios habían ofrecido el rey, y sus consejeros, y sus oficiales y todo Israel allí presente.

26. Pesé, pues, en manos de ellos seiscientos cincuenta talentos de plata, y utensilios de plata por cien talentos y cien talentos de oro;

27. además, veinte tazones de oro de mil dracmas y dos utensilios de bronce reluciente, tan preciosos como el oro.

28. Y les dije: Vosotros estáis consagrados a Jehová, y son sagrados los utensilios; y la plata y el oro son ofrenda voluntaria a Jehová, Dios de nuestros padres.

29. Velad y guardadlos hasta que los peséis delante de los principales de los sacerdotes, y de los levitas y de los jefes de las casas paternas de Israel en Jerusalén, en las habitaciones de la casa de Jehová.

30. Y los sacerdotes y los levitas recibieron la plata, y el oro y los utensilios que fueron pesados, para llevarlos a Jerusalén a la casa de nuestro Dios.

31. Y partimos del río Ahava el doce del primer mes para ir a Jerusalén; y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros y él nos libró de manos del enemigo y de las emboscadas en el camino.

32. Y llegamos a Jerusalén y reposamos allí tres días.

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