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Eclesiastés 2:8-15 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

8. Reuní también para mí plata y oro, y tesoro preciado de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, y de los deleites de los hijos de los hombres y de toda clase de instrumentos musicales.

9. Y fui engrandecido y prosperé más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; además de esto, permaneció conmigo mi sabiduría.

10. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón se gozaba de todo mi trabajo; y ésta fue la recompensa de toda mi labor.

11. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos y el trabajo que me tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

12. Después volví yo a mirar para ver la sabiduría, y los desvaríos y la necedad; porque, ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey, sino lo que ya se ha hecho?

13. Y he visto que la sabiduría sobrepuja a la necedad, así como la luz a las tinieblas.

14. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que lo mismo acaecerá tanto al uno como al otro.

15. Entonces dije yo en mi corazón: Lo que sucederá al necio me sucederá también a mí. ¿De qué, pues, me ha servido ser más sabio? Y dije en mi corazón que también esto era vanidad.

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