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Eclesiastés 2:10-17 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

10. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón se gozaba de todo mi trabajo; y ésta fue la recompensa de toda mi labor.

11. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos y el trabajo que me tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

12. Después volví yo a mirar para ver la sabiduría, y los desvaríos y la necedad; porque, ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey, sino lo que ya se ha hecho?

13. Y he visto que la sabiduría sobrepuja a la necedad, así como la luz a las tinieblas.

14. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que lo mismo acaecerá tanto al uno como al otro.

15. Entonces dije yo en mi corazón: Lo que sucederá al necio me sucederá también a mí. ¿De qué, pues, me ha servido ser más sabio? Y dije en mi corazón que también esto era vanidad.

16. Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre, pues en los días venideros ya todo será olvidado. Y morirá el sabio igual que el necio.

17. Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

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