Nabucodonosor habló y dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, de Mesac y de Abed-nego, que envió a su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el decreto del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que no fuese su Dios.