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2 Reyes 5:1-17 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

1. Naamán, general del ejército del rey de Siria, era un gran hombre delante de su señor y tenido en alta estima, porque por medio de él Jehová había librado a Siria. Este hombre era valeroso en extremo, pero leproso.

2. Y de Siria habían salido tropas y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la esposa de Naamán.

3. Y ella dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.

4. Y entró Naamán y habló a su señor, diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.

5. Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré una carta al rey de Israel. Partió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro y diez mudas de ropa.

6. Y llevó la carta al rey de Israel, que decía así: Cuando llegue a ti esta carta, he aquí, sabrás que yo he enviado a ti a mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.

7. Y sucedió que cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos y dijo: ¿Acaso soy yo Dios, que da muerte y que da vida, para que éste envíe a mí a un hombre a fin de que lo sane de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.

8. Y aconteció que cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga él ahora a mí y sabrá que hay profeta en Israel.

9. Y llegó Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.

10. Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará y serás limpio.

11. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Ciertamente él saldrá y, estando de pie, invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y, moviéndola sobre la parte enferma, sanará la lepra.

12. El Abana y el Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavo en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió y se fue enojado.

13. Pero sus criados se acercaron a él, y le hablaron, diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¡Cuánto más si sólo te ha dicho: Lávate, y serás limpio!

14. Él entonces descendió y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.

15. Y regresó al hombre de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él y dijo: He aquí, ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que aceptes algún presente de tu siervo.

16. Pero él dijo: Vive Jehová, delante de quien estoy, que no lo aceptaré. Y le insistió que lo aceptara, pero él no quiso.

17. Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no ofrecerá holocausto ni sacrificios a otros dioses, sino a Jehová.

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