28. Entonces un hombre de Dios se acercó al rey de Israel y le habló, diciendo: Así dice Jehová: Por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes y no Dios de los valles, yo entregaré a toda esta gran multitud en tus manos, para que sepáis que yo soy Jehová.
29. Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros, y al séptimo día se dio la batalla; y los hijos de Israel mataron de los sirios en un solo día a cien mil hombres de a pie.
30. Los demás huyeron a la ciudad de Afec, pero el muro cayó sobre los veintisiete mil hombres que habían quedado. También Ben-adad llegó huyendo a la ciudad y se escondió en un aposento interior.
31. Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes clementes; pongamos, pues, ahora cilicio en nuestros lomos y sogas en nuestras cabezas, y vayamos ante el rey de Israel, a ver si por ventura te salva la vida.
32. Ciñeron, pues, sus lomos de cilicio y sogas en sus cabezas, y se presentaron ante el rey de Israel y le dijeron: Tu siervo Ben-adad dice: Te ruego que me perdones la vida. Y él respondió: Si él vive aún, mi hermano es.
33. Esto tomaron aquellos hombres por buen augurio, y se apresuraron a tomar la palabra de su boca y dijeron: ¡Tu hermano es Ben-adad! Y él dijo: Id y traedle. Ben-adad entonces se presentó ante Acab, y éste le hizo subir en un carro.
34. Y le dijo Ben-adad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré ir con este pacto. Hizo, pues, un pacto con él y le dejó ir.
35. Entonces un hombre de los hijos de los profetas dijo a su compañero por palabra de Dios: Hiéreme ahora. Pero el otro hombre no quiso herirle.
36. Y él le dijo: Por cuanto no has obedecido la palabra de Jehová, he aquí, cuando te apartes de mí, te matará un león. Y cuando se apartó de él, le salió al encuentro un león y lo mató.
37. Entonces se encontró con otro hombre y le dijo: Hiéreme ahora. Y el hombre le dio un golpe y le hizo una herida.
38. Y el profeta se fue y se puso delante del rey en el camino, y se disfrazó, poniéndose una venda sobre los ojos.
39. Y cuando el rey pasaba, él dio voces al rey y dijo: Tu siervo salió en medio de la batalla y he aquí, apartándose uno, me trajo un hombre y me dijo: Guarda a este hombre, y si llega a escapar, tu vida será por la suya, o pagarás un talento de plata.
40. Y mientras tu siervo estaba ocupado en una parte y en otra, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: Ésa será tu sentencia; tú la has pronunciado.