Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Romanos 1:9-19 Nueva Versión Internacional (NVI)

9. Dios, a quien sirvo de corazón predicando el evangelio de su Hijo, me es testigo de que los recuerdo a ustedes sin cesar.

10. Siempre pido en mis oraciones que, si es la voluntad de Dios, por fin se me abra ahora el camino para ir a visitarlos.

11. Tengo muchos deseos de verlos para impartirles algún don espiritual que los fortalezca;

12. mejor dicho, para que unos a otros nos animemos con la fe que compartimos.

13. Quiero que sepan, hermanos, que aunque hasta ahora no he podido visitarlos, muchas veces me he propuesto hacerlo, para recoger algún fruto entre ustedes, tal como lo he recogido entre las otras naciones.

14. Estoy en deuda con todos, sean cultos o incultos, instruidos o ignorantes.

15. De allí mi gran anhelo de predicarles el evangelio también a ustedes que están en Roma.

16. A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles.

17. De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe.»

18. Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad.

19. Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado.

Leer capítulo completo Romanos 1