33. Así que Jesús expulsó al demonio, y el que había estado mudo habló. La multitud se maravillaba y decía: «Jamás se ha visto nada igual en Israel.»
34. Pero los fariseos afirmaban: «Éste expulsa a los demonios por medio del príncipe de los demonios.»
35. Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia.
36. Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.
37. «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—.