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Mateo 9:1-14 Nueva Versión Internacional (NVI)

1. Subió Jesús a una barca, cruzó al otro lado y llegó a su propio pueblo.

2. Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:—¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!

3. Algunos de los maestros de la ley murmuraron entre ellos: «¡Este hombre blasfema!»

4. Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo:—¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos?

5. ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”?

6. Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

7. Y el hombre se levantó y se fue a su casa.

8. Al ver esto, la multitud se llenó de temor, y glorificó a Dios por haber dado tal autoridad a los mortales.

9. Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme», le dijo. Mateo se levantó y lo siguió.

10. Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos.

11. Cuando los fariseos vieron esto, les preguntaron a sus discípulos:—¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores?

12. Al oír esto, Jesús les contestó:—No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos.

13. Pero vayan y aprendan lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios.” Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores.

14. Un día se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron:—¿Cómo es que nosotros y los fariseos ayunamos, pero no así tus discípulos?Jesús les contestó:

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