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Mateo 27:37-50 Nueva Versión Internacional (NVI)

37. Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Éste es Jesús, el Rey de los judíos.»

38. Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

39. Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:

40. —Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!

41. De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.

42. —Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él.

43. Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?

44. Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.

45. Desde el mediodía y hasta la media tarde toda la tierra quedó en oscuridad.

46. Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza:; Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).

47. Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban allí dijeron:—Está llamando a Elías.

48. Al instante uno de ellos corrió en busca de una esponja. La empapó en vinagre, la puso en una caña y se la ofreció a Jesús para que bebiera.

49. Los demás decían:—Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.

50. Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.

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