55. Y de inmediato dijo a la turba:—¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me prendieron.
56. Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas.Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
57. Los que habían arrestado a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos.
58. Pero Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los guardias para ver en qué terminaba aquello.
59. Los jefes de los sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban alguna prueba falsa contra Jesús para poder condenarlo a muerte.
60. Pero no la encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos.Por fin se presentaron dos,
61. que declararon:—Este hombre dijo: “Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días.”
62. Poniéndose en pie, el sumo sacerdote le dijo a Jesús:—¿No vas a responder? ¿Qué significan estas denuncias en tu contra?
63. Pero Jesús se quedó callado. Así que el sumo sacerdote insistió:—Te ordeno en el nombre del Dios viviente que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios.
64. —Tú lo has dicho —respondió Jesús—. Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo.
65. —¡Ha blasfemado! —exclamó el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras—. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Miren, ustedes mismos han oído la blasfemia!