51. Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén.
52. Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento;
53. pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén.
54. Cuando los discípulos Jacobo y Juan vieron esto, le preguntaron:—Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya?
55. Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió.
56. Luego siguieron la jornada a otra aldea.
57. Iban por el camino cuando alguien le dijo:—Te seguiré a dondequiera que vayas.
58. —Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
59. A otro le dijo:—Sígueme.—Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre.
60. —Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús.
61. Otro afirmó:—Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia.
62. Jesús le respondió:—Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.