Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Lucas 23:40-56 Nueva Versión Internacional (NVI)

40. Pero el otro criminal lo reprendió:—¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena?

41. En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; éste, en cambio, no ha hecho nada malo.

42. Luego dijo:—Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.

43. —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús.

44. Desde el mediodía y hasta la media tarde toda la tierra quedó sumida en la oscuridad,

45. pues el sol se ocultó. Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos.

46. Entonces Jesús exclamó con fuerza:—¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!Y al decir esto, expiró.

47. El centurión, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo:—Verdaderamente este hombre era justo.

48. Entonces los que se habían reunido para presenciar aquel espectáculo, al ver lo ocurrido, se fueron de allí golpeándose el pecho.

49. Pero todos los conocidos de Jesús, incluso las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, se quedaron mirando desde lejos.

50. Había un hombre bueno y justo llamado José, miembro del Consejo,

51. que no había estado de acuerdo con la decisión ni con la conducta de ellos. Era natural de un pueblo de Judea llamado Arimatea, y esperaba el reino de Dios.

52. Éste se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.

53. Después de bajarlo, lo envolvió en una sábana de lino y lo puso en un sepulcro cavado en la roca, en el que todavía no se había sepultado a nadie.

54. Era el día de preparación para el sábado, que estaba a punto de comenzar.

55. Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea siguieron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo.

56. Luego volvieron a casa y prepararon especias aromáticas y perfumes. Entonces descansaron el sábado, conforme al mandamiento.

Leer capítulo completo Lucas 23