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Lucas 22:18-36 Nueva Versión Internacional (NVI)

18. Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.

19. También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:—Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.

20. De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo:—Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.

21. Pero sepan que la mano del que va a traicionarme está con la mía, sobre la mesa.

22. A la verdad el Hijo del hombre se irá según está decretado, pero ¡ay de aquel que lo traiciona!

23. Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos haría esto.

24. Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante.

25. Jesús les dijo:—Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores.

26. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve.

27. Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve.

28. Ahora bien, ustedes son los que han estado siempre a mi lado en mis pruebas.

29. Por eso, yo mismo les concedo un reino, así como mi Padre me lo concedió a mí,

30. para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

31. »Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo.

32. Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos.

33. —Señor —respondió Pedro—, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte.

34. —Pedro, te digo que hoy mismo, antes de que cante el gallo, tres veces negarás que me conoces.

35. Luego Jesús dijo a todos:—Cuando los envié a ustedes sin monedero ni bolsa ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?—Nada —respondieron.

36. —Ahora, en cambio, el que tenga un monedero, que lo lleve; así mismo, el que tenga una bolsa. Y el que nada tenga, que venda su manto y compre una espada.

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