Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Lucas 18:10-22 Nueva Versión Internacional (NVI)

10. «Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro, recaudador de impuestos.

11. El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos.

12. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo.”

13. En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”

14. »Les digo que éste, y no aquél, volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

15. También le llevaban niños pequeños a Jesús para que los tocara. Al ver esto, los discípulos reprendían a quienes los llevaban.

16. Pero Jesús llamó a los niños y dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.

17. Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él.»

18. Cierto dirigente le preguntó:—Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

19. —¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino solo Dios.

20. Ya sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no presentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.”

21. —Todo eso lo he cumplido desde que era joven —dijo el hombre.

22. Al oír esto, Jesús añadió:—Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

Leer capítulo completo Lucas 18