14. Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.
15. Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!
16. Jesús le contestó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas.
17. A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.”
18. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes.”
19. Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes.”
20. Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir.”
21. El siervo regresó y le informó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.”
22. “Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.”
23. Entonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa.
24. Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”
25. Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo:
26. «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo.