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Juan 6:41-61 Nueva Versión Internacional (NVI)

41. Entonces los judíos comenzaron a murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó del cielo.»

42. Y se decían: «¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que sale diciendo: “Yo bajé del cielo”?»

43. —Dejen de murmurar —replicó Jesús—.

44. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.

45. En los profetas está escrito: “A todos los instruirá Dios.” En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende de él, viene a mí.

46. Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; sólo él ha visto al Padre.

47. Ciertamente les aseguro que el que cree tiene vida eterna.

48. Yo soy el pan de vida.

49. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y sin embargo murieron.

50. Pero éste es el pan que baja del cielo; el que come de él, no muere.

51. Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.

52. Los judíos comenzaron a disputar acaloradamente entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

53. —Ciertamente les aseguro —afirmó Jesús— que si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida.

54. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.

55. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.

56. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él.

57. Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí, vivirá por mí.

58. Éste es el pan que bajó del cielo. Los antepasados de ustedes comieron maná y murieron, pero el que come de este pan vivirá para siempre.

59. Todo esto lo dijo Jesús mientras enseñaba en la sinagoga de Capernaúm.

60. Al escucharlo, muchos de sus discípulos exclamaron: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?»

61. Jesús, muy consciente de que sus discípulos murmuraban por lo que había dicho, les reprochó:—¿Esto les causa tropiezo?

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