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Juan 5:8-25 Nueva Versión Internacional (NVI)

8. —Levántate, recoge tu camilla y anda —le contestó Jesús.

9. Al instante aquel hombre quedó sano, así que tomó su camilla y echó a andar. Pero ese día era sábado.

10. Por eso los judíos le dijeron al que había sido sanado:—Hoy es sábado; no te está permitido cargar tu camilla.

11. —El que me sanó me dijo: “Recoge tu camilla y anda” —les respondió.

12. —¿Quién es ese hombre que te dijo: “Recógela y anda”? —le interpelaron.

13. El que había sido sanado no tenía idea de quién era, porque Jesús se había escabullido entre la mucha gente que había en el lugar.

14. Después de esto Jesús lo encontró en el templo y le dijo:—Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor.

15. El hombre se fue e informó a los judíos que Jesús era quien lo había sanado.

16. Precisamente por esto los judíos perseguían a Jesús, pues hacía tales cosas en sábado.

17. Pero Jesús les respondía:—Mi Padre aun hoy está trabajando, y yo también trabajo.

18. Así que los judíos redoblaban sus esfuerzos para matarlo, pues no sólo quebrantaba el sábado sino que incluso llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios.

19. Entonces Jesús afirmó:—Ciertamente les aseguro que el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su padre hace, porque cualquier cosa que hace el padre, la hace también el hijo.

20. Pues el padre ama al hijo y le muestra todo lo que hace. Sí, y aun cosas más grandes que éstas le mostrará, que los dejará a ustedes asombrados.

21. Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes a él le place.

22. Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo,

23. para que todos honren al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió.

24. »Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

25. Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.

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