Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Juan 20:7-26 Nueva Versión Internacional (NVI)

7. y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte.

8. En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó.

9. Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar.

10. Los discípulos regresaron a su casa,

11. pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro,

12. y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.

13. —¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles.—Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les respondió.

14. Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él.

15. Jesús le dijo:—¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo:—Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él.

16. —María —le dijo Jesús.Ella se volvió y exclamó:—¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro).

17. —Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.”

18. María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho.

19. Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.—¡La paz sea con ustedes!

20. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron.

21. —¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.

22. Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:—Reciban el Espíritu Santo.

23. A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.

24. Tomás, al que apodaban el Gemelo, y que era uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús.

25. Así que los otros discípulos le dijeron:—¡Hemos visto al Señor!—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.

26. Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.—¡La paz sea con ustedes!

Leer capítulo completo Juan 20