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Juan 18:21-35 Nueva Versión Internacional (NVI)

21. ¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije.

22. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo:—¿Así contestas al sumo sacerdote?

23. —Si he dicho algo malo —replicó Jesús—, demuéstramelo. Pero si lo que dije es correcto, ¿por qué me pegas?

24. Entonces Anás lo envió, todavía atado, a Caifás, el sumo sacerdote.

25. Mientras tanto, Simón Pedro seguía de pie, calentándose.—¿No eres tú también uno de sus discípulos? —le preguntaron.—No lo soy —dijo Pedro, negándolo.

26. —¿Acaso no te vi en el huerto con él? —insistió uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja.

27. Pedro volvió a negarlo, y en ese instante cantó el gallo.

28. Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo se contaminarían ritualmente y no podrían comer la Pascua.

29. Así que Pilato salió a interrogarlos:—¿De qué delito acusan a este hombre?

30. —Si no fuera un malhechor —respondieron—, no te lo habríamos entregado.

31. —Pues llévenselo ustedes y júzguenlo según su propia ley —les dijo Pilato.—Nosotros no tenemos ninguna autoridad para ejecutar a nadie —objetaron los judíos.

32. Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús había dicho, al indicar la clase de muerte que iba a sufrir.

33. Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús.—¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.

34. —¿Eso lo dices tú —le respondió Jesús—, o es que otros te han hablado de mí?

35. —¿Acaso soy judío? —replicó Pilato—. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?

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