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Juan 10:17-32 Nueva Versión Internacional (NVI)

17. Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla.

18. Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla. Éste es el mandamiento que recibí de mi Padre.»

19. De nuevo las palabras de Jesús fueron motivo de disensión entre los judíos.

20. Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?»

21. Pero otros opinaban: «Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrirles los ojos a los ciegos?»

22. Por esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno,

23. y Jesús andaba en el templo, por el pórtico de Salomón.

24. Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron:—¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo con franqueza.

25. —Ya se lo he dicho a ustedes, y no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que me acreditan,

26. pero ustedes no creen porque no son de mi rebaño.

27. Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.

28. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.

29. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.

30. El Padre y yo somos uno.

31. Una vez más los judíos tomaron piedras para arrojárselas,

32. pero Jesús les dijo:—Yo les he mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?

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