29. Conversaba y discutía con los judíos de habla griega, pero ellos se proponían eliminarlo.
30. Cuando se enteraron de ello los hermanos, se lo llevaron a Cesarea y de allí lo mandaron a Tarso.
31. Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor. E iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.
32. Pedro, que estaba recorriendo toda la región, fue también a visitar a los santos que vivían en Lida.
33. Allí encontró a un paralítico llamado Eneas, que llevaba ocho años en cama.
34. «Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama.» Y al instante se levantó.
35. Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron, y se convirtieron al Señor.