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Hechos 5:15-29 Nueva Versión Internacional (NVI)

15. Era tal la multitud de hombres y mujeres, que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en colchonetas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.

16. También de los pueblos vecinos a Jerusalén acudían multitudes que llevaban personas enfermas y atormentadas por espíritus malignos, y todas eran sanadas.

17. El sumo sacerdote y todos sus partidarios, que pertenecían a la secta de los saduceos, se llenaron de envidia.

18. Entonces arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel común.

19. Pero en la noche un ángel del Señor abrió las puertas de la cárcel y los sacó.

20. «Vayan —les dijo—, preséntense en el templo y comuniquen al pueblo todo este mensaje de vida.»

21. Conforme a lo que habían oído, al amanecer entraron en el templo y se pusieron a enseñar. Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus partidarios, convocaron al Consejo, es decir, a la asamblea general de los ancianos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los apóstoles.

22. Pero al llegar los guardias a la cárcel, no los encontraron. Así que volvieron con el siguiente informe:

23. «Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas; pero cuando abrimos, no encontramos a nadie adentro.»

24. Al oírlo, el capitán de la guardia del templo y los jefes de los sacerdotes se quedaron perplejos, preguntándose en qué terminaría todo aquello.

25. En esto, se presentó alguien que les informó: «¡Miren! Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el templo y siguen enseñando al pueblo.»

26. Fue entonces el capitán con sus guardias y trajo a los apóstoles sin recurrir a la fuerza, porque temían ser apedreados por la gente.

27. Los condujeron ante el Consejo, y el sumo sacerdote les reclamó:

28. —Terminantemente les hemos prohibido enseñar en ese nombre. Sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto echarnos la culpa a nosotros de la muerte de ese hombre.

29. —¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y los demás apóstoles—.

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