Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Hechos 22:9-18 Nueva Versión Internacional (NVI)

9. Los que me acompañaban vieron la luz, pero no percibieron la voz del que me hablaba.

10. “¿Qué debo hacer, Señor?”, le pregunté. “Levántate —dijo el Señor—, y entra en Damasco. Allí se te dirá todo lo que se ha dispuesto que hagas.”

11. Mis compañeros me llevaron de la mano hasta Damasco porque el resplandor de aquella luz me había dejado ciego.

12. »Vino a verme un tal Ananías, hombre devoto que observaba la ley y a quien respetaban mucho los judíos que allí vivían.

13. Se puso a mi lado y me dijo: “Hermano Saulo, ¡recibe la vista!” Y en aquel mismo instante recobré la vista y pude verlo.

14. Luego dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo y oigas las palabras de su boca.

15. Tú le serás testigo ante toda persona de lo que has visto y oído.

16. Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando su nombre.”

17. »Cuando volví a Jerusalén, mientras oraba en el templo tuve una visión

18. y vi al Señor que me hablaba: “¡Date prisa! Sal inmediatamente de Jerusalén, porque no aceptarán tu testimonio acerca de mí.”

Leer capítulo completo Hechos 22