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Hechos 16:21-39 Nueva Versión Internacional (NVI)

21. enseñando costumbres que a los romanos se nos prohíbe admitir o practicar.

22. Entonces la multitud se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados mandaron que les arrancaran la ropa y los azotaran.

23. Después de darles muchos golpes, los echaron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los custodiara con la mayor seguridad.

24. Al recibir tal orden, éste los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo.

25. A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban.

26. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas.

27. El carcelero despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada y estuvo a punto de matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado. Pero Pablo le gritó:

28. —¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí!

29. El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas.

30. Luego los sacó y les preguntó:—Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?

31. —Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron.

32. Luego les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa.

33. A esas horas de la noche, el carcelero se los llevó y les lavó las heridas; en seguida fueron bautizados él y toda su familia.

34. El carcelero los llevó a su casa, les sirvió comida y se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios.

35. Al amanecer, los magistrados mandaron a unos guardias al carcelero con esta orden: «Suelta a esos hombres.»

36. El carcelero, entonces, le informó a Pablo:—Los magistrados han ordenado que los suelte. Así que pueden irse. Vayan en paz.

37. Pero Pablo respondió a los guardias:—¿Cómo? A nosotros, que somos ciudadanos romanos, que nos han azotado públicamente y sin proceso alguno, y nos han echado en la cárcel, ¿ahora quieren expulsarnos a escondidas? ¡Nada de eso! Que vengan ellos personalmente a escoltarnos hasta la salida.

38. Los guardias comunicaron la respuesta a los magistrados. Éstos se asustaron cuando oyeron que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos,

39. así que fueron a presentarles sus disculpas. Los escoltaron desde la cárcel, pidiéndoles que se fueran de la ciudad.

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