1. Empéñense en seguir el amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía.
2. Porque el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios. En realidad, nadie le entiende lo que dice, pues habla misterios por el Espíritu.
3. En cambio, el que profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos.