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Génesis 31:39-55 Nueva Versión Internacional (NVI)

39. Nunca te traje un animal despedazado por las fieras, ya que yo mismo me hacía cargo de esa pérdida. Además, lo que se robaban de día o de noche, tú me lo reclamabas.

40. De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía.

41. De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas, y seis por tu ganado, y muchas veces me cambiaste el salario.

42. Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia.

43. Labán le replicó a Jacob:—Estas mujeres son mis hijas, y estos muchachos son mis nietos; mías también son las ovejas; todo lo que ves me pertenece. Pero, ¿qué podría hacerles ahora a mis hijas y a mis nietos?

44. Hagamos un pacto tú y yo, y que ese pacto nos sirva como testimonio.

45. Entonces Jacob tomó una piedra, la levantó como una estela,

46. y les dijo a sus parientes:—¡Junten piedras!Ellos juntaron piedras, las amontonaron, y comieron allí, junto al montón de piedras.

47. A ese lugar Labán le puso por nombre Yegar Saduta, mientras que Jacob lo llamó Galaad.

48. —Este montón de piedras —declaró Labán— nos servirá de testimonio.Por eso se le llamó Galaad a ese lugar,

49. y también se le llamó Mizpa, porque Labán juró:—Que el Señor nos vigile cuando ya estemos lejos el uno del otro.

50. Si tú maltratas a mis hijas, o tomas otras mujeres que no sean ellas, recuerda que Dios es nuestro testigo, aunque no haya ningún otro testigo entre nosotros.

51. Mira este montón de piedras y la estela que he levantado entre nosotros —señaló Labán—.

52. Ambos serán testigos de que ni tú ni yo cruzaremos esta línea con el propósito de hacernos daño.

53. ¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez!Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac.

54. Luego ofreció un sacrificio en lo alto de un monte, e invitó a sus parientes a participar en la comida. Después de que todos comieron, pasaron la noche allí.

55. A la madrugada del día siguiente Labán se levantó, besó y bendijo a sus nietos y a sus hijas, y regresó a su casa.

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