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Ezequiel 10:1-12 Nueva Versión Internacional (NVI)

1. Después miré, y sobre la bóveda que estaba encima de la cabeza de los querubines vi una especie de piedra de zafiro que tenía la forma de un trono.

2. Y el Señor le dijo al hombre vestido de lino: «Métete entre las ruedas que están debajo de los querubines, toma un puñado de las brasas que están entre los querubines, y espárcelas por toda la ciudad.» Y el hombre se metió allí, mientras yo miraba.

3. En el momento en que el hombre entró, los querubines estaban en la parte sur del templo y una nube llenaba el atrio interior.

4. Entonces la gloria del Señor, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del templo. La nube llenó el templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del Señor.

5. El ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior, y era semejante a la voz del Dios Todopoderoso.

6. El Señor le ordenó al hombre vestido de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas que están entre los querubines.» Así que el hombre fue y se paró entre las ruedas.

7. Uno de los querubines extendió la mano, tomó el fuego que estaba entre ellos, y lo puso en las manos del hombre vestido de lino. Aquél lo recibió y se fue.

8. (Debajo de las alas de los querubines se veía algo semejante a la mano de un hombre.)

9. Me fijé, y al lado de los querubines vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas tenían un aspecto brillante como el crisólito.

10. Las cuatro ruedas se asemejaban, y parecía como si una rueda estuviera encajada en la otra.

11. Al avanzar, podían hacerlo en las cuatro direcciones sin necesidad de volverse. Avanzaban en la dirección a que apuntaba la cabeza del querubín, y no tenían que volverse.

12. Todo el cuerpo, la espalda, las manos y las alas de los querubines, al igual que las cuatro ruedas, estaban llenos de ojos.

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