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2 Samuel 14:2-17 Nueva Versión Internacional (NVI)

2. Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la cual vivía en Tecoa, y le dijo:—Quiero que te vistas de luto, y que no te eches perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando la muerte de alguien.

3. Luego Joab le ordenó presentarse ante el rey, explicándole antes lo que tenía que decirle.

4. Cuando aquella mujer de Tecoa se presentó ante el rey, le hizo una reverencia y se postró rostro en tierra.—¡Ayúdeme, Su Majestad! —exclamó.

5. —¿Qué te pasa? —le preguntó el rey.—Soy una pobre viuda —respondió ella—; mi esposo ha muerto.

6. Esta servidora de Su Majestad tenía dos hijos, los cuales se pusieron a pelear en el campo. Como no había nadie que los separara, uno de ellos le asestó un golpe al otro y lo mató.

7. Pero ahora resulta que toda la familia se ha puesto en contra de esta servidora de Su Majestad. Me exigen que entregue al asesino para que lo maten, y así vengar la muerte de su hermano, aunque al hacerlo eliminen al heredero. La verdad es que de esa manera apagarían la última luz de esperanza que me queda, y dejarían a mi esposo sin nombre ni descendencia sobre la tierra.

8. —Regresa a tu casa, que yo me encargaré de este asunto —respondió el rey.

9. Pero la mujer de Tecoa replicó:—Su Majestad, que la culpa caiga sobre mí y sobre mi familia, y no sobre el rey ni su trono.

10. —Si alguien te amenaza —insistió el rey—, tráemelo para que no vuelva a molestarte.

11. Entonces ella le suplicó:—¡Ruego a Su Majestad invocar al Señor su Dios, para que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi otro hijo!—¡Tan cierto como que el Señor vive —respondió el rey—, juro que tu hijo no perderá ni un solo cabello!

12. Pero la mujer siguió diciendo:—Permita Su Majestad a esta servidora suya decir algo más.—Habla.

13. —¿Cómo es que Su Majestad intenta hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Al prometerme usted estas cosas, se declara culpable, pues no deja regresar a su hijo desterrado.

14. Así como el agua que se derrama en tierra no se puede recoger, así también todos tenemos que morir. Pero Dios no nos arrebata la vida, sino que provee los medios para que el desterrado no siga separado de él para siempre.

15. »Yo he venido a hablar con Su Majestad porque hay gente que me ha infundido temor. He pensado: “Voy a hablarle al rey; tal vez me conceda lo que le pida,

16. librándonos a mí y a mi hijo de quien quiere eliminarnos, para quedarse con la heredad que Dios nos ha dado.”

17. »Pensé, además, que su palabra me traería alivio, pues Su Majestad es como un ángel de Dios, que sabe distinguir entre lo bueno y lo malo. ¡Que el Señor su Dios lo bendiga!

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