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2 Samuel 13:25-36 Nueva Versión Internacional (NVI)

25. —No, hijo mío —le respondió el rey—. No debemos ir todos, pues te seríamos una carga.Absalón insistió, pero el rey no quiso ir; sin embargo, le dio su bendición.

26. Entonces Absalón le dijo:—Ya que Su Majestad no viene, ¿por qué no permite que nos acompañe mi hermano Amnón?—¿Y para qué va a ir contigo? —le preguntó el rey.

27. Pero tanto insistió Absalón que el rey dejó que Amnón y sus otros hijos fueran con Absalón.

28. Éste, por su parte, les había dado instrucciones a sus criados: «No pierdan de vista a Amnón. Y cuando se le haya subido el vino, yo les daré la señal de ataque, y ustedes lo matarán. No tengan miedo, pues soy yo quien les da la orden. Ánimo; sean valientes.»

29. Los criados hicieron con Amnón tal como Absalón les había ordenado. Entonces los otros hijos del rey se levantaron y, montando cada uno su mula, salieron huyendo.

30. Todavía estaban en camino cuando llegó este rumor a oídos de David: «¡Absalón ha matado a todos los hijos del rey! ¡Ninguno de ellos ha quedado con vida!»

31. El rey se levantó y, rasgándose las vestiduras en señal de duelo, se arrojó al suelo. También todos los oficiales que estaban con él se rasgaron las vestiduras.

32. Pero Jonadab, el hijo de Simá y sobrino de David, intervino:—No piense Su Majestad que todos los príncipes han sido asesinados, sino sólo Amnón. Absalón ya lo tenía decidido desde el día en que Amnón violó a su hermana Tamar.

33. Su Majestad no debe dejarse llevar por el rumor de que han muerto todos sus hijos, pues el único que ha muerto es Amnón.

34. El centinela de la ciudad alzó la vista y vio que del oeste, por la ladera del monte, venía bajando una gran multitud. Entonces fue a decirle al rey: «Veo venir gente por el camino de Joronayin, por la ladera del monte.» Mientras tanto, Absalón había huido.

35. Jonadab le comentó al rey:—¿Ya ve Su Majestad? Aquí llegan sus hijos, tal como yo se lo había dicho.

36. Apenas había terminado de hablar cuando entraron los hijos del rey, todos ellos llorando a voz en cuello, y también el rey y sus oficiales se pusieron a llorar desconsoladamente.

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