8. Arma en mano, rodeen por completo al rey; y si alguien se atreve a penetrar las filas, mátenlo. ¡No dejen solo al rey, vaya donde vaya!»
9. Los capitanes cumplieron con todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado. Cada uno reunió a sus hombres, tanto a los que estaban de servicio el sábado como a los que estaban libres, y se presentaron ante Joyadá.
10. Éste repartió entre los capitanes las lanzas y los escudos del rey David, que estaban guardados en el templo del Señor.
11. Arma en mano, los guardias tomaron sus puestos alrededor del rey, cerca del altar, y desde el lado sur hasta el lado norte del templo.
12. Entonces Joyadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y le entregó una copia del pacto. Luego lo ungieron, y todos aplaudieron, gritando: «¡Viva el rey!»
13. Cuando Atalía oyó la gritería de los guardias y de la tropa, fue al templo del Señor, donde estaba la gente.
14. Al ver que el rey estaba de pie junto a la columna, como era la costumbre, y que los capitanes y músicos estaban a su lado, y que toda la gente tocaba alegre las trompetas, Atalía se rasgó las vestiduras y gritó: «¡Traición! ¡Traición!»
15. Entonces el sacerdote Joyadá, como no quería que la mataran en el templo del Señor, ordenó a los capitanes que estaban al mando de las fuerzas: «Sáquenla de entre las filas; y si alguien se pone de su lado, ¡mátenlo a filo de espada!»
16. Así que la apresaron y la llevaron al palacio por la puerta de la caballería, y allí la mataron.