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2 Crónicas 6:17-30 Nueva Versión Internacional (NVI)

17. Señor, Dios de Israel, ¡confirma ahora esta promesa que le hiciste a tu siervo David!

18. »Pero ¿será posible que tú, Dios mío, habites en la tierra con la humanidad? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!

19. Sin embargo, Señor mi Dios, atiende a la oración y a la súplica de este siervo tuyo. Oye el clamor y la oración que elevo en tu presencia.

20. ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre este templo, el lugar donde decidiste habitar, para que oigas la oración que tu siervo te eleva aquí!

21. Oye las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Oye desde el cielo, donde habitas; ¡escucha y perdona!

22. »Si alguien peca contra su prójimo y se le exige venir a este templo para jurar delante de tu altar,

23. óyelo tú desde el cielo y juzga a tus siervos. Condena al culpable, y haz que reciba su merecido; absuelve al inocente, y vindícalo por su rectitud.

24. »Si tu pueblo Israel es derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, y luego se vuelve a ti para honrar tu nombre, y ora y te suplica en este templo,

25. óyelo tú desde el cielo, y perdona su pecado y hazlo regresar a la tierra que les diste a ellos y a sus antepasados.

26. »Cuando tu pueblo peque contra ti y tú lo aflijas cerrando el cielo para que no llueva, si luego ellos oran en este lugar y honran tu nombre y se arrepienten de su pecado,

27. óyelos tú desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel. Guíalos para que sigan el buen camino, y envía la lluvia sobre esta tierra, que es tuya, pues tú se la diste a tu pueblo por herencia.

28. »Cuando en el país haya hambre, peste, sequía, o plagas de langostas o saltamontes en los sembrados, o cuando el enemigo sitie alguna de nuestras ciudades; en fin, cuando venga cualquier calamidad o enfermedad,

29. si luego en su dolor cada israelita, consciente de su culpa extiende sus manos hacia este templo, y ora y te suplica,

30. óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y perdónalo. Págale a cada uno según su conducta, la cual tú conoces, puesto que sólo tú escudriñas el corazón humano.

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