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1 Samuel 25:21-38 Nueva Versión Internacional (NVI)

21. David recién había comentado: «De balde estuve protegiendo en el desierto las propiedades de ese tipo, para que no perdiera nada. Ahora resulta que me paga mal por el bien que le hice.

22. ¡Que Dios me castigue sin piedad si antes del amanecer no acabo con todos sus hombres!»

23. Cuando Abigaíl vio a David, se bajó rápidamente del asno y se inclinó ante él, postrándose rostro en tierra.

24. Se arrojó a sus pies y dijo:—Señor mío, yo tengo la culpa. Deje que esta sierva suya le hable; le ruego que me escuche.

25. No haga usted caso de ese grosero de Nabal, pues le hace honor a su nombre, que significa “necio”. La necedad lo acompaña por todas partes. Yo, por mi parte, no vi a los mensajeros que usted, mi señor, envió.

26. »Pero ahora el Señor le ha impedido a usted derramar sangre y hacerse justicia con sus propias manos. ¡Tan cierto como que el Señor y usted viven! Por eso, pido que a sus enemigos, y a todos los que quieran hacerle daño, les pase lo mismo que a Nabal.

27. Acepte usted este regalo que su servidora le ha traído, y repártalo entre los criados que lo acompañan.

28. Yo le ruego que perdone la falta de esta servidora suya. Ciertamente, el Señor le dará a usted una dinastía que se mantendrá firme, y nunca nadie podrá hacerle a usted ningún daño, pues usted pelea las batallas del Señor.

29. Aun si alguien lo persigue con la intención de matarlo, su vida estará protegida por el Señor su Dios, mientras que sus enemigos serán lanzados a la destrucción.

30. Así que, cuando el Señor le haya hecho todo el bien que le ha prometido, y lo haya establecido como jefe de Israel,

31. no tendrá usted que sufrir la pena y el remordimiento de haberse vengado por sí mismo, ni de haber derramado sangre inocente. Acuérdese usted de esta servidora suya cuando el Señor le haya dado prosperidad.

32. David le dijo entonces a Abigaíl:—¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro!

33. ¡Y bendita seas tú por tu buen juicio, pues me has impedido derramar sangre y vengarme con mis propias manos!

34. El Señor, Dios de Israel, me ha impedido hacerte mal; pero te digo que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, para mañana no le habría quedado vivo a Nabal ni uno solo de sus hombres. ¡Tan cierto como que el Señor vive!

35. Dicho esto, David aceptó lo que ella le había traído.—Vuelve tranquila a tu casa —añadió—. Como puedes ver, te he hecho caso: te concedo lo que me has pedido.

36. Cuando Abigaíl llegó a la casa, Nabal estaba dando un regio banquete. Se encontraba alegre y muy borracho, así que ella no le dijo nada hasta el día siguiente.

37. Por la mañana, cuando a Nabal ya se le había pasado la borrachera, su esposa le contó lo sucedido. Al oírlo, Nabal sufrió un ataque al corazón y quedó paralizado.

38. Unos diez días después, el Señor hirió a Nabal, y así murió.

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