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1 Samuel 20:18-35 Nueva Versión Internacional (NVI)

18. Además le dijo:—Mañana es la fiesta de luna nueva. Cuando vean tu asiento desocupado, te van a extrañar.

19. Pasado mañana, sin falta, ve adonde te escondiste la otra vez, y quédate junto a la piedra de Ézel.

20. Yo fingiré estar tirando al blanco y lanzaré tres flechas en esa dirección.

21. Entonces le diré a uno de mis criados que vaya a buscarlas. Si le digo: “Mira, las flechas están más acá, recógelas”; eso querrá decir que no hay peligro y podrás salir sin ninguna preocupación. ¡Tan cierto como que el Señor vive!

22. Pero si le digo: “Mira, las flechas están más allá”, eso querrá decir que el Señor quiere que te vayas, así que ¡escápate!

23. ¡Que el Señor sea siempre testigo del juramento que tú y yo nos hemos hecho!

24. David se escondió en el campo. Cuando llegó la fiesta de luna nueva, el rey se sentó a la mesa para comer

25. ocupando, como de costumbre, el puesto junto a la pared. Jonatán se sentó enfrente, mientras que Abner se acomodó a un lado de Saúl. El asiento de David quedó desocupado.

26. Ese día Saúl no dijo nada, pues pensó: «Algo le habrá pasado a David, que lo dejó ritualmente impuro, y seguramente no pudo purificarse.»

27. Pero como al día siguiente, que era el segundo del mes, el puesto de David seguía desocupado, Saúl le preguntó a Jonatán:—¿Cómo es que ni ayer ni hoy vino el hijo de Isaí a la comida?

28. Jonatán respondió:—David me insistió en que le diera permiso para ir a Belén.

29. Me dijo: “Por favor, déjame ir. Mi familia va a celebrar el sacrificio anual en nuestro pueblo, y mi hermano me ha ordenado que vaya. Hazme este favor, y permite que me dé una escapada para ver a mis hermanos.” Por eso es que David no se ha sentado a comer con Su Majestad.

30. Al oír esto, Saúl se enfureció con Jonatán.—¡Hijo de mala madre! —exclamó—. ¿Crees que no sé que eres muy amigo del hijo de Isaí, para vergüenza tuya y de tu desgraciada madre?

31. Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ¡ni tú ni tu reino estarán seguros! Así que manda a buscarlo, y tráemelo, pues está condenado a morir.

32. —¿Y por qué ha de morir? —le reclamó Jonatán—. ¿Qué mal ha hecho?

33. Por toda respuesta, Saúl le arrojó su lanza para herirlo. Así Jonatán se convenció de que su padre estaba decidido a matar a David.

34. Enfurecido, Jonatán se levantó de la mesa y no quiso tomar parte en la comida del segundo día de la fiesta. Estaba muy afligido porque su padre había insultado a David.

35. Por la mañana Jonatán salió al campo para encontrarse con David. Uno de sus criados más jóvenes lo acompañaba.

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