25. Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende al Señor.
26. Su conducta fue repugnante, pues siguió a los ídolos, como lo habían hecho los amorreos, a quienes el Señor expulsó de la presencia de Israel.
27. Cuando Acab escuchó estas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y ayunó. Dormía vestido así, y andaba deprimido.
28. Entonces la palabra del Señor vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje:
29. «¿Has notado cómo Acab se ha humillado ante mí? Por cuanto se ha humillado, no enviaré esta desgracia mientras él viva, sino que la enviaré a su familia durante el reinado de su hijo.»