Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

1 Reyes 13:3-11 Nueva Versión Internacional (NVI)

3. Aquel mismo día el hombre de Dios ofreció una señal: «Ésta es la señal que el Señor les da: ¡El altar será derribado, y las cenizas se esparcirán!»

4. Al oír la sentencia que el hombre de Dios pronunciaba contra el altar de Betel, el rey extendió el brazo desde el altar y dijo: «¡Agárrenlo!» Pero el brazo que había extendido contra el hombre se le paralizó, de modo que no podía contraerlo.

5. En ese momento el altar se vino abajo y las cenizas se esparcieron, según la señal que, en obediencia a la palabra del Señor, les había dado el hombre de Dios.

6. Entonces el rey le dijo al hombre de Dios:—¡Apacigua al Señor tu Dios! ¡Ora por mí, para que se me cure el brazo!El hombre de Dios suplicó al Señor, y al rey se le curó el brazo, quedándole como antes.

7. Luego el rey le dijo al hombre de Dios:—Ven a casa conmigo, y come algo; además, quiero hacerte un regalo.

8. Pero el hombre de Dios le respondió al rey:—Aunque usted me diera la mitad de sus posesiones, no iría a su casa. Aquí no comeré pan ni beberé agua,

9. porque así me lo ordenó el Señor. Me dijo: “No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el mismo camino.”

10. De modo que tomó un camino diferente al que había tomado para ir a Betel.

11. En ese tiempo vivía en Betel cierto profeta anciano. Sus hijos fueron a contarle todo lo que el hombre de Dios había hecho allí aquel día, y lo que le había dicho al rey.

Leer capítulo completo 1 Reyes 13