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1 Reyes 1:29-42 Nueva Versión Internacional (NVI)

29. Entonces el rey le hizo este juramento:—Tan cierto como que vive el Señor, que me ha librado de toda angustia,

30. te aseguro que hoy cumpliré lo que te juré por el Señor, el Dios de Israel. Yo te prometí que tu hijo Salomón me sucederá en el trono y reinará en mi lugar.

31. Betsabé se inclinó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, exclamó:—¡Que viva para siempre mi señor el rey David!

32. David ordenó:—Llamen al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías hijo de Joyadá.Cuando los tres se presentaron ante el rey,

33. éste les dijo:—Tomen con ustedes a los funcionarios de la corte, monten a mi hijo Salomón en mi propia mula, y llévenlo a Guijón

34. para que el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo unjan como rey de Israel. Toquen luego la trompeta, y griten: “¡Viva el rey Salomón!”

35. Después de eso, regresen con él para que ocupe el trono en mi lugar y me suceda como rey, pues he dispuesto que sea él quien gobierne a Israel y a Judá.

36. —¡Que así sea! —le respondió Benaías hijo de Joyadá—. ¡Que así lo confirme el Señor, Dios de Su Majestad!

37. Que así como el Señor estuvo con Su Majestad, esté también con Salomón; ¡y que engrandezca su trono aún más que el trono de mi señor el rey David!

38. El sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaías hijo de Joyadá, y los quereteos y los peleteos, montaron a Salomón en la mula del rey David y lo escoltaron mientras bajaban hasta Guijón.

39. Allí el sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite que estaba en el santuario, y ungió a Salomón. Tocaron entonces la trompeta, y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey Salomón!»

40. Luego, todos subieron detrás de él, tocando flautas y lanzando gritos de alegría. Era tal el estruendo, que la tierra temblaba.

41. Adonías y todos sus invitados estaban por terminar de comer cuando sintieron el estruendo. Al oír el sonido de la trompeta, Joab preguntó:—¿Por qué habrá tanta bulla en la ciudad?

42. Aún estaba hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar.—¡Entra! —le dijo Adonías—. Un hombre respetable como tú debe traer buenas noticias.

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