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Marcos 9:4-19 Nueva Traducción Viviente (NTV)

4. Después aparecieron Elías y Moisés y comenzaron a conversar con Jesús.

5. Pedro exclamó: «Rabí, ¡es maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas como recordatorios: una para ti, una para Moisés y la otra para Elías».

6. Dijo esto porque realmente no sabía qué otra cosa decir, pues todos estaban aterrados.

7. Luego una nube los cubrió y, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado. Escúchenlo a él».

8. De pronto, cuando miraban ellos a su alrededor, Moisés y Elías se habían ido, y vieron sólo a Jesús con ellos.

9. Mientras descendían de la montaña, él les dijo que no le contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del Hombre se levantara de los muertos.

10. Así que guardaron el secreto, pero a menudo se preguntaban qué quería decir con «levantarse de los muertos».

11. Entonces le preguntaron:—¿Por qué los maestros de la ley religiosa insisten en que Elías debe regresar antes de que venga el Mesías?

12. Jesús contestó:—Es cierto que Elías viene primero a fin de dejar todo preparado. Sin embargo, ¿por qué las Escrituras dicen que el Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser tratado con total desprecio?

13. Pero les digo, Elías ya vino, y ellos prefirieron maltratarlo, tal como lo predijeron las Escrituras.

14. Cuando regresaron adonde estaban los demás discípulos, vieron que los rodeaba una gran multitud y que algunos maestros de la ley religiosa discutían con ellos.

15. Cuando la multitud vio a Jesús, todos se llenaron de asombro y corrieron a saludarlo.

16. —¿Sobre qué discuten? —preguntó Jesús.

17. Un hombre de la multitud tomó la palabra y dijo:—Maestro, traje a mi hijo para que lo sanaras. Está poseído por un espíritu maligno que no le permite hablar.

18. Y, siempre que este espíritu se apodera de él, lo tira violentamente al suelo y él echa espuma por la boca, rechina los dientes y se pone rígido. Así que les pedí a tus discípulos que echaran fuera al espíritu maligno, pero no pudieron hacerlo.

19. Jesús les dijo: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho».

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