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Lucas 10:17-35 Nueva Traducción Viviente (NTV)

17. Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría:—¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre!

18. —Sí —les dijo—. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo.

19. Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño.

20. Pero no se alegren de que los espíritus malignos los obedezcan; alégrense porque sus nombres están escritos en el cielo.

21. En esa misma ocasión, Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: «Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes y por revelárselas a los que son como niños. Sí, Padre, te agradó hacerlo de esa manera.

22. »Mi Padre me ha confiado todo. Nadie conoce verdaderamente al Hijo excepto el Padre, y nadie conoce verdaderamente al Padre excepto el Hijo y aquellos a quienes el Hijo decide revelarlo».

23. Después, cuando estuvieron a solas, se volvió a sus discípulos y les dijo: «Benditos los ojos que ven lo que ustedes han visto.

24. Les digo que muchos profetas y reyes anhelaron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; y anhelaron oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron».

25. Cierto día, un experto en la ley religiosa se levantó para probar a Jesús con la siguiente pregunta:—Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?

26. Jesús contestó:—¿Qué dice la ley de Moisés? ¿Cómo la interpretas?

27. El hombre contestó:—“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

28. —¡Correcto! —le dijo Jesús—. ¡Haz eso y vivirás!

29. El hombre quería justificar sus acciones, entonces le preguntó a Jesús:—¿Y quién es mi prójimo?

30. Jesús respondió con una historia:—Un hombre judío bajaba de Jerusalén a Jericó y fue atacado por ladrones. Le quitaron la ropa, le pegaron y lo dejaron medio muerto al costado del camino.

31. »Un sacerdote pasó por allí de casualidad, pero cuando vio al hombre en el suelo, cruzó al otro lado del camino y siguió de largo.

32. Un ayudante del templo pasó y lo vio allí tirado, pero también siguió de largo por el otro lado.

33. »Entonces pasó un samaritano despreciado y, cuando vio al hombre, sintió compasión por él.

34. Se le acercó y le alivió las heridas con vino y aceite de oliva, y se las vendó. Luego subió al hombre en su propio burro y lo llevó hasta un alojamiento, donde cuidó de él.

35. Al día siguiente, le dio dos monedas de plata al encargado de la posada y le dijo: “Cuida de este hombre. Si los gastos superan esta cantidad, te pagaré la diferencia la próxima vez que pase por aquí”.

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