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Juan 20:14-29 Nueva Traducción Viviente (NTV)

14. Dio la vuelta para irse y vio a alguien que estaba de pie allí. Era Jesús, pero ella no lo reconoció.

15. —Apreciada mujer, ¿por qué lloras? —le preguntó Jesús—. ¿A quién buscas?Ella pensó que era el jardinero y le dijo:—Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo puso, y yo iré a buscarlo.

16. —¡María! —dijo Jesús.Ella giró hacia él y exclamó:—¡Raboní! (que en hebreo significa “Maestro”).

17. —No te aferres a mí —le dijo Jesús—, porque todavía no he subido al Padre; pero ve a buscar a mis hermanos y diles: “Voy a subir a mi Padre y al Padre de ustedes, a mi Dios y al Dios de ustedes”.

18. María Magdalena encontró a los discípulos y les dijo: «¡He visto al Señor!». Y les dio el mensaje de Jesús.

19. Ese domingo, al atardecer, los discípulos estaban reunidos con las puertas bien cerradas porque tenían miedo de los líderes judíos. De pronto, ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! «La paz sea con ustedes», dijo.

20. Mientras hablaba, les mostró las heridas de sus manos y su costado. ¡Ellos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor!

21. Una vez más les dijo: «La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes».

22. Entonces sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo.

23. Si ustedes perdonan los pecados de alguien, esos pecados son perdonados; si ustedes no los perdonan, esos pecados no son perdonados».

24. Tomás, uno de los doce discípulos (al que apodaban el Gemelo), no estaba con los otros cuando llegó Jesús.

25. Ellos le contaron:—¡Hemos visto al Señor!Pero él respondió:—No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado.

26. Ocho días después, los discípulos estaban juntos de nuevo, y esa vez Tomás se encontraba con ellos. Las puertas estaban bien cerradas; pero de pronto, igual que antes, Jesús estaba de pie en medio de ellos y dijo: «La paz sea con ustedes».

27. Entonces le dijo a Tomás:—Pon tu dedo aquí y mira mis manos; mete tu mano en la herida de mi costado. Ya no seas incrédulo. ¡Cree!

28. —¡Mi Señor y mi Dios! —exclamó Tomás.

29. Entonces Jesús le dijo:—Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme.

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