20. La gran tempestad rugió durante muchos días, ocultó el sol y las estrellas, hasta que al final se perdió toda esperanza.
21. Nadie había comido en mucho tiempo. Finalmente, Pablo reunió a la tripulación y le dijo: «Señores, ustedes debieran haberme escuchado al principio y no haber salido de Creta. Así se hubieran evitado todos estos daños y pérdidas.
22. ¡Pero anímense! Ninguno de ustedes perderá la vida, aunque el barco se hundirá.
23. Pues anoche un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo estuvo a mi lado
24. y dijo: “¡Pablo, no temas, porque ciertamente serás juzgado ante el César! Además, Dios, en su bondad, ha concedido protección a todos los que navegan contigo”.
25. Así que, ¡anímense! Pues yo le creo a Dios. Sucederá tal como él lo dijo,