1. «Levántate, hijo de hombre —dijo la voz—, quiero hablarte».
2. El Espíritu entró en mí mientras me hablaba y me puso de pie. Entonces escuché atentamente sus palabras.
3. «Hijo de hombre —me dijo—, te envío a la nación de Israel, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han puesto en mi contra hasta el día de hoy.
4. Son un pueblo terco y duro de corazón. Ahora te envío a decirles: “¡Esto dice el Señor Soberano!”.
5. Ya sea que te escuchen o se nieguen a escuchar —pues recuerda que son rebeldes—, al menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos.