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Éxodo 4:4-16 Nueva Traducción Viviente (NTV)

4. Pero el Señor le dijo:—Extiende la mano y agárrala de la cola.Entonces Moisés extendió la mano y la agarró, y la serpiente volvió a ser una vara de pastor.

5. —Realiza esta señal —le dijo el Señor—, y ellos creerán que el Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, de veras se te apareció.

6. Luego el Señor le dijo a Moisés:—Ahora mete la mano dentro de tu manto.Entonces Moisés metió la mano dentro de su manto, y cuando la sacó, la mano estaba blanca como la nieve, afectada por una grave enfermedad de la piel.

7. —Ahora vuelve a meter la mano dentro de tu manto —le dijo el Señor.Así que Moisés metió la mano de nuevo, y cuando la sacó, estaba tan sana como el resto de su cuerpo.

8. El Señor le dijo a Moisés:—Si no te creen ni se convencen con la primera señal milagrosa, se convencerán con la segunda.

9. Y si no te creen ni te escuchan aun después de estas dos señales, entonces recoge un poco de agua del río Nilo y derrámala sobre el suelo seco. En cuanto lo hagas, el agua del Nilo se convertirá en sangre sobre el suelo.

10. Pero Moisés rogó al Señor:—Oh Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras.

11. Entonces el Señor le preguntó:—¿Quién forma la boca de una persona? ¿Quién decide que una persona hable o no hable, que oiga o no oiga, que vea o no vea? ¿Acaso no soy yo, el Señor?

12. ¡Ahora ve! Yo estaré contigo cuando hables y te enseñaré lo que debes decir.

13. Pero Moisés suplicó de nuevo:—¡Te lo ruego, Señor! Envía a cualquier otro.

14. Entonces el Señor se enojó con Moisés y le dijo:—De acuerdo, ¿qué te parece tu hermano Aarón, el levita? Sé que él habla muy bien. ¡Mira! Ya viene en camino para encontrarte y estará encantado de verte.

15. Habla con él y pon las palabras en su boca. Yo estaré con los dos cuando hablen y les enseñaré lo que tienen que hacer.

16. Aarón será tu vocero ante el pueblo. Él será tu portavoz, y tú tomarás el lugar de Dios ante él al decirle lo que tiene que hablar.

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