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2 Samuel 19:12-30 Nueva Traducción Viviente (NTV)

12. ¡Ustedes son mis parientes, mi propia tribu, mi misma sangre! ¿Por qué son los últimos en dar la bienvenida al rey?».

13. Además David les pidió que le dijeran a Amasa: «Como eres de mi misma sangre, al igual que Joab, que Dios me castigue y aun me mate si no te nombro comandante de mi ejército en su lugar».

14. Así que Amasa convenció a todos los hombres de Judá, y ellos respondieron unánimemente. Y le mandaron a decir al rey: «Regrese a nosotros, y traiga de vuelta a todos los que lo acompañan».

15. Así que el rey emprendió su regreso a Jerusalén. Cuando llegó al río Jordán, la gente de Judá fue hasta Gilgal para encontrarse con él y escoltarlo hasta el otro lado del río.

16. Simei, hijo de Gera, el hombre de Bahurim de Benjamín, se apresuró a cruzar junto con los hombres de Judá para darle la bienvenida al rey David.

17. Otros mil hombres de la tribu de Benjamín estaban con él, entre ellos Siba, el sirviente principal de la casa de Saúl, los quince hijos de Siba y sus veinte sirvientes. Bajaron corriendo hasta llegar al Jordán para recibir al rey.

18. Cruzaron los vados del Jordán para llevar a todos los de la casa del rey al otro lado del río, ayudándolo en todo lo que pudieron.Cuando el rey estaba a punto de cruzar el río, Simei cayó de rodillas ante él.

19. —Mi señor el rey, por favor, perdóneme —le rogó—. Olvide la terrible cosa que su siervo hizo cuando usted dejó Jerusalén. Que el rey lo borre de su mente.

20. Estoy consciente de cuánto he pecado. Es por eso que he venido aquí este día, siendo el primero en todo Israel en recibir a mi señor el rey.

21. Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo:—¡Simei debe morir, porque maldijo al rey ungido por el Señor!

22. —¿Quién les pidió su opinión a ustedes, hijos de Sarvia? —exclamó David—. ¿Por qué hoy se han convertido en mis adversarios? ¡Este no es un día de ejecución, sino de celebración! ¡Hoy he vuelto a ser el rey de Israel!

23. Entonces, volviéndose a Simei, David juró:—Se te perdonará la vida.

24. Ahora bien, Mefiboset, el nieto de Saúl, descendió de Jerusalén para encontrarse con el rey. No había cuidado sus pies, cortado su barba ni lavado su ropa desde el día en que el rey dejó Jerusalén.

25. —¿Por qué no viniste conmigo, Mefiboset? —le preguntó el rey.

26. Mefiboset contestó:—Mi señor el rey, mi siervo Siba me engañó. Le dije: “Ensilla mi burro para que pueda ir con el rey”. Pues como usted sabe, soy lisiado.

27. Siba me calumnió cuando dijo que me negué a venir. Pero sé que mi señor el rey es como un ángel de Dios, así que haga como mejor le parezca.

28. Todos mis parientes y yo solo podíamos esperar la muerte de su parte, mi señor, ¡pero en cambio me honró al permitirme comer a su propia mesa! ¿Qué más puedo pedir?

29. —Ya dijiste suficiente —respondió David—. He decidido que tú y Siba se dividan tu tierra en partes iguales.

30. —Désela toda a él —dijo Mefiboset—. ¡Estoy satisfecho con que haya vuelto a salvo, mi señor el rey!

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