27. El rey también le dijo al sacerdote Sadoc: «Mira, este es mi plan. Tú y Abiatar deben regresar a la ciudad sin llamar la atención junto con tu hijo Ahimaas y con Jonatán, el hijo de Abiatar.
28. Yo me detendré en los vados del río Jordán y allí esperaré tu informe».
29. De este modo Sadoc y Abiatar devolvieron el arca de Dios a la ciudad y allí se quedaron.
30. Entonces David subió el camino que lleva al monte de los Olivos, llorando mientras caminaba. Llevaba la cabeza cubierta y los pies descalzos en señal de duelo. Las personas que iban con él también se cubrieron la cabeza y lloraban mientras subían el monte.