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2 Crónicas 30:8-18 Nueva Traducción Viviente (NTV)

8. No sean tercos como fueron ellos, sino sométanse al Señor y vengan a su templo que él mismo separó como santo para siempre. Adoren al Señor su Dios, para que su ira feroz se aleje de ustedes.

9. »Pues si ustedes se vuelven al Señor, sus parientes y sus hijos serán tratados con compasión por sus captores, y podrán regresar a esta tierra. El Señor su Dios es bondadoso y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, él no seguirá apartando su rostro de ustedes».

10. Los mensajeros corrieron de ciudad en ciudad por todo Efraín y Manasés y hasta el territorio de Zabulón; pero la mayoría de la gente simplemente se reía de los mensajeros y se burlaba de ellos.

11. Sin embargo, algunos habitantes de Aser, Manasés y Zabulón se humillaron y fueron a Jerusalén.

12. Al mismo tiempo, la mano de Dios estaba sobre la gente en la tierra de Judá, y les dio un solo corazón para obedecer las órdenes del rey y de sus funcionarios, quienes seguían la palabra del Señor.

13. Así que, una gran multitud se reunió en Jerusalén a mediados de la primavera para celebrar el Festival de los Panes sin Levadura.

14. Pusieron manos a la obra y quitaron todos los altares paganos de Jerusalén. Sacaron todos los altares del incienso y los arrojaron al valle de Cedrón.

15. El día catorce del segundo mes, un mes más tarde de lo habitual, el pueblo sacrificó el cordero de la Pascua. Eso avergonzó a los sacerdotes y a los levitas, de modo que se purificaron y llevaron ofrendas quemadas al templo del Señor.

16. Después ocuparon sus lugares en el templo, tal como estaba establecido en la ley de Moisés, hombre de Dios. Los levitas llevaron la sangre de los sacrificios a los sacerdotes, quienes la rociaron sobre el altar.

17. Como muchos del pueblo no se habían purificado, a fin de separarlos para el Señor, los levitas tuvieron que matar por ellos el cordero de la Pascua.

18. La mayoría de los que habían venido de Efraín, Manasés, Isacar y Zabulón no se habían purificado. Sin embargo, se les permitió comer la cena de Pascua aunque estuviera en contra de las exigencias de la ley, porque Ezequías oró por ellos diciendo: «Que el Señor, quien es bueno, perdone a los

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