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1 Reyes 20:26-38 Nueva Traducción Viviente (NTV)

26. La primavera siguiente, llamó al ejército arameo y avanzó contra Israel, pero esta vez en Afec.

27. Entonces Israel reunió a su ejército, montó líneas de abastecimiento y salió a pelear. Pero el ejército de Israel parecía dos pequeños rebaños de cabras en comparación con el inmenso ejército arameo, ¡que llenaba la campiña!

28. Entonces el hombre de Dios fue a ver al rey de Israel y le dijo: «Esto dice el Señor: “Los arameos han dicho: ‘El Señor es un dios de las montañas y no de las llanuras’. Así que derrotaré a este gran ejército por ti. Entonces sabrás que yo soy el Señor”».

29. Los dos ejércitos acamparon, uno frente al otro, durante siete días. El séptimo día comenzó la batalla. En un solo día los israelitas mataron a cien mil soldados arameos de infantería.

30. El resto huyó a la ciudad de Afec, pero la muralla les cayó encima y mató a otros veintisiete mil de ellos. Ben-adad huyó a la ciudad y se escondió en un cuarto secreto.

31. Los oficiales de Ben-adad le dijeron: «Hemos oído, señor, que los reyes de Israel son compasivos. Entonces pongámonos tela áspera alrededor de la cintura y sogas en la cabeza en señal de humillación, y rindámonos ante el rey de Israel. Tal vez así le perdone la vida».

32. Entonces se pusieron tela áspera y sogas, y fueron a ver al rey de Israel, a quien le suplicaron:—Su siervo Ben-adad dice: “Le ruego que me perdone la vida”.El rey de Israel respondió:—¿Todavía vive? ¡Él es mi hermano!

33. Los hombres tomaron la respuesta como una buena señal y, aprovechando esas palabras, enseguida le respondieron:—¡Sí, su hermano Ben-adad!—¡Vayan a traerlo! —les dijo el rey de Israel.Cuando Ben-adad llegó, Acab lo invitó a subir a su carro de guerra.

34. Ben-adad le dijo:—Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó a tu padre, y puedes establecer lugares de comercio en Damasco, como hizo mi padre en Samaria.Entonces Acab le dijo:—Te dejaré en libertad con estas condiciones.Así que hicieron un nuevo tratado y Ben-adad quedó en libertad.

35. Mientras tanto, el Señor le ordenó a un miembro del grupo de profetas que le dijera a otro: «¡Golpéame!»; pero el hombre se negó a golpearlo.

36. Entonces el profeta le dijo: «Como no obedeciste la voz del Señor, un león te matará apenas te separes de mí». Cuando el hombre se fue, sucedió que un león lo atacó y lo mató.

37. Luego el profeta se dirigió a otro hombre y le dijo: «¡Golpéame!». Así que el hombre lo golpeó y lo hirió.

38. El profeta se puso una venda en los ojos para que no lo reconocieran y se quedó junto al camino, esperando al rey.

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